Nuestro “buque insignia”
Carrasviñas tiene más de 70 años, da nombre a sus bodegas, a su pueblo, es el habitante más ilustre, el que más viaja, el que se entrega a otros y el que da prestigio.
De un color amarillo verdoso con aroma a fruta blanca que sobresale al agitar la copa, entremezclando esos sabores a manzana y pera, y con algún recuerdo al anís. En boca equilibrado, goloso, recordando a aquellas gominolas de corazón y dejando un sabor persistente que “te invita a seguir bebiendo”. Es Carrasviñas, un vino nacido en los viñedos de Pozaldez y criado en las Bodegas Cachazo.
Recorremos aquellos pasillos que lo dan forma y recordamos sus raíces, aquellas que lo constituyen como el vino más protagonista de de las Bodegas Cachazo. “Lo llevamos a gala, al final es el que paga todas las hipotecas”, dice Eduardo Lorenzo, director comercial y encargado de la exportación. Carrasviñas es el vino con más producción de todos. Ángela Lorenzo, enóloga, y encargada de la parte técnica de la bodega, nos invita a una cata para descubrir las características del vino Carrasviñas, “nuestro buque insignia”, asegura.
Pozaldez cuna del vino
La historia se remonta a siete generaciones. Eduardo Lorenzo explica que la edad es importante, “no es lo mismo plantar viñedos con tres años de antigüedad que plantar sobre cepas con más de 140 años, como
Carrasviñas”. La mayoría de las familias de antaño elaboraban vino y bajo sus cimientos se encuentran cientos de bodegas. Se podría decir que Pozaldez vive sobre ellas, es cuna del vino. “Está prácticamente perforado bajo tierra, hay infinidad de bodegas subterráneas”, asegura Eduardo Lorenzo. Carrasviñas debe su nombre a una “especie de lago” donde confluían los vinos de la añada anterior. No cabían en las barricas de cosechas pasadas y se tiraban en aquella plaza a la que da nombre.
Félix Lorenzo Cachazo, padre de ambos, es pionero no solo en trasladar los vinos de las Bodegas Cachazo al extranjero sino también en poderlo asignar en la categoría de la que son creadores, Denominación de Origen Rueda. Ocho bodegueros fueron los que comenzaron en el año 1980. Y en la actualidad, son cerca de noventa grupos los que firman con la etiqueta D.O. Rueda, aunque solo una o dos siguen como bodegas
familiares. “A base de trabajo y tesón de estos ocho bodegueros se hizo fuerte la variedad de verdejo y la D.O. Rueda”.
“No es lo mismo plantar viñedos con tres años de antigüedad que plantar sobre cepas con más de 140 años”
22 países
Actualmente son la segunda D.O. después de la Denominación de Origen Rioja. Carrasviñas exporta más al extranjero que en España, hasta 22 países. La mayoría en Europa, aunque también en África, América y Asia. Cerca del 70% de su producción va destinada a otros países. El éxito está impulsando por tres razones, “motivación, ganas y necesidad”, asegura Eduardo Lorenzo. Y añade, “es un mundo global, estamos seguros de lo que tenemos y nos gusta hacer partícipes al resto del mundo de algo tan especial como es la variedad verdejo, llevamos más de 15 años de vocación exportadora”.
Con varios premios que confirman su éxito. Ángela Lorenzo explica que el mejor reconocimiento no solo es un trofeo, “poner la televisión y ver tu vino en un programa de cocina en Japón sentada en el salón de tu
casa, o hacer una visita de placer a Nueva York y ver tu etiqueta en una vinoteca, esos son los verdaderos premios”.
Apuestan por el verdejo y por la D.O. Rueda, “hemos crecido entre esas cepas”. Carrasviñas tiene más de 70 años, da nombre a sus bodegas, a su pueblo, es el habitante más ilustre, el que más viaja, el que se entrega a otros y el que da prestigio. Carrasviñas, ¿aún no lo conoces?
Autor: Erika Muñoz
Revista: Cuv 3
Fecha: 10.11.2016